Conectividad. Si me preguntabas hace unos años qué significaba esta palabra para mí en mi aula, probablemente la habría relacionado con la falta de buena conexión inalámbrica en la escuela. Pero este año, el año de cambios extremos y constantes en el ámbito educativo, la conectividad se ha convertido en una palabra que aprecio y que valoro mucho.
Mi papel como profesora es, por definición, ayudar a los estudiantes a adquirir conocimientos y competencias. Esos son los requisitos de mi vocación. Parece bastante sencillo y claro, ¿cierto? Supongo que así lo sería si cada estudiante fuera tal para cual. Afortunadamente, las personas que se sientan en mi aula son tan únicas como sus huellas dactilares. Lo que motiva a uno, desencanta al otro. Temas que interesan a uno, desmotivan a los otros. ¿Cómo se supone que debo cumplir mi descripción del trabajo ahora? Conectividad y relaciones. Necesito comprender a mis estudiantes, sus necesidades, intereses y personalidades para que mi aula sea un éxito, ya sea que esté enseñando en persona, en línea o de ambas formas.
Thinking outside the box
Ser creativos
Mis estudiantes necesitan sentirse valorados, escuchados, y saber que tienen un papel fundamental en la comunidad de nuestra aula. Sin estas emociones o inversiones, mi aula carece de significado y aprendizaje. Este año empecé a tratar de ser más creativa y original para asegurarme de que no me perdiera estas conexiones. El distanciamiento social, las regulaciones, los horarios y los planes que están cambiando todo el tiempo fueron retos que tuve que reconocer y aceptar. No iba a tener una respuesta para todo, pero estar abierta sobre esa verdad con mi clase fue intencional. Quería que me ayudaran a resolver los problemas. La educación a distancia y mi aula que no tenía el mismo aspecto que el año pasado, ya no era una excusa. Necesitaba ponerme en el lugar de mis estudiantes.
¿Por qué invertiría esfuerzo en un lugar o una idea si a menudo no me siento reconocido o valorado? ¿Por qué los niños que participan de mi clase me escucharían si yo no los escucho primero? ¿Disfruto escuchando cada historia individual, por lo general casual, que un estudiante de tercer grado o de escuela intermedia quiere compartir? Voy a ser honesta y decir que es un no, pero ¿es importante que me tome el tiempo para escucharlos? Sí.
Valorar su opinión
Si los escucho, valoro su opinión, no importa cuán relevante o intrascendente, es mucho más probable que me escuchen. Esto se ha vuelto muy claro durante la educación a distancia. Solo tengo una ventana muy corta de tiempo para enseñar la lección del día con la tecnología que coopera y los estudiantes verdaderamente presentes. Pero me tomo un poco más de tiempo para romper el hielo con ellos, para escuchar e interactuar con sus respuestas o chistes, para dejar que hablen de lo que les está pasando y se conecten entre sí. Confía en mí, es importante. Sobre todo en un mundo digital de aprendizaje donde los niños tienen más probabilidades de esconderse o de no exponerse, necesitan saber que son tenidos en cuenta, incluso cuando sus cámaras están apagadas.
Sobre todo en un mundo digital de aprendizaje donde los niños tienen más probabilidades de esconderse o de no exponerse, necesitan saber que son tenidos en cuenta, incluso cuando sus cámaras están apagadas.
Esta transición es difícil para todos, y para algunos niños, es aún más difícil. En particular para los que no tenían fuertes vínculos con amigos o grupos cuando el mundo se revolucionó en marzo pasado. Hablando con algunos de mis estudiantes, este año ha sido difícil mental, relacional y académicamente.
Una de ellas compartió conmigo que le resulta difícil lidiar con el material digitalmente y que prefiere aprender a través de la experiencia práctica. Otro compartió que le gusta el aprendizaje en línea porque le permite hacerlo a su propio ritmo. A lo largo de los diversos comentarios, hubo un tema firme en todas sus respuestas: Las conexiones persona a persona con sus profesores, compañeros, amigos del almuerzo y su comunidad estuvieron marcadamente ausentes.
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Aprender juntos en el aula es diferente. Los estudiantes no pueden estar en grupos, trabajar con materiales, hacer videos o participar en grupos de discusión debido a las regulaciones. La falta de dispositivos fiables o una señal fuerte de WiFi en casa genera frustraciones. Los estudiantes están muy atrasados en su trabajo porque el hogar no es el entorno de trabajo más ideal. Estas cosas crean una carga que la mayoría de los adultos no pueden manejar. Es difícil para ellos comprender emocionalmente todo el estrés, las nuevas responsabilidades y el esfuerzo que su educación requiere ahora.
Los desafíos y la realidad de este tiempo me han hecho pensar en formas innovadoras de cómo llegar a los niños digitalmente. La tecnología no me limita. Me permite llegar a los niños a los que no he llegado antes y ver las fortalezas de los estudiantes que no habría visto antes. Mi meta como educadora, ahora más que nunca, es conectar con mis estudiantes, ya sea en la pantalla o fuera de ella, y hacerles saber que son importantes, dignos y valiosos de mi tiempo y el tiempo de los demás.
“La tecnología no me limita. Me permite llegar a los niños a los que no he llegado antes y ver las fortalezas de los estudiantes que no habría visto antes.“
Conexión. Comprensión. Relaciones. Son las tres cosas que necesitamos un poco más en este próximo año y dentro de nuestras aulas – cualquiera que sea el aspecto de esas aulas.
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Watch the video below to hear more from Jess on what connectivity means to her personally and professionally.
